Hoy ha pasado un año y todavía me acuerdo de aquella mañana fría
en la se podía oler el aire fresco de las montañas y ver caídas
algunas hojas sobre el suelo mojado o más bien húmedo por la
helada del día anterior.
Como todos los días, después de desayunar y mirarme en el espejo que
encontramos a la orilla del río, ¿te acuerdas? ese que partimos en
dos! , salí hasta tu casa con el vestido verde de flores y las botas
negras, y aunque sentía el frío de los primeros días de otoño que
anticipaban un invierno muy duro fui corriendo hasta tu casa porque
una voz en mi interior me decía que no podía detenerme.
Cuando llegué a tu casa mi mirada se heló, y allí parada en el final del
camino vi como te sacaban en una cajita de madera blanca, y aunque el
viento cada vez era más fuerte yo no sentía nada, o tal vez sentía las
ganas de meterme contigo en esa cajita porque habíamos echo una
promesa de estar siempre juntos , ¿te acuerdas?.
Corrí hasta ti gritando tu nombre, y pude ver tu cara morena, con tu pelo
negro y lacio por una ventana del ataúd que solo mostraba tu rostro.
Miraba tu rostro y recordaba mi vida junto a ti, recordaba las noches
sentados junto al río , en invierno tapados con una manta, en verano
disfrutando del buen tiempo, mirando las estrellas y pidiendo deseos a
cada estrella fugaz que veíamos correr por el cielo, al que yo tanto
amaba pero ahora ya no, porque tú estás en él, deseos que los dos
sabíamos que eran irrealizables. Fumábamos los cigarrillos de tu padre ,
te abrazaba pero tú aún me abrazabas más fuerte, decías que era tu mejor
amiga y que pasarías el resto de tu vida conmigo, yo te besaba la cara y
comparabas mis besos con los de tu madre, y entre besos y risas te quedabas
dormido, entonces te besaba en los labios porque te amaba y nunca te lo dije.
Sin ti este año me he sentido sola, vacía , no comía y a penas dormía y cuando
lo hacía soñaba con ese día tan triste en el que te marchaste para siempre sin
decirme adiós. Una tarde veraniega, sentada junto al río, disfrutando de la
tranquilidad y la serenidad de nuestro pueblo, mis lágrimas se mezclaron con
el agua, mi cuerpo se deshacía en pedazos, mi alma huía entre los árboles
riéndose de mi risa, y allí decidí comenzar una nueva vida sin ti, decidí
apartarte a un lado de mi cerebro, decidí huir del pueblo que me había visto
crecer.
Hoy como te escribo querido amigo estoy en una ciudad de esas que
tu tanto odiabas, echada en la cama de este piso tan pequeño como
acogedor, intentando iniciar una nueva vida sin ti, la lluvia golpea mis
cristales ( el silencio suena por toda la habitación, Marta empieza a
llorar, no puede reír, solo piensa en el dolor de saber que nunca más
va a volver a ver su amor, piensa en la muerte, en estar junto a él y la
sangre de sus venas se derrama, el silencio deja de hablar, los lloros de
Marta cada vez son más suaves y Marta yace en el suelo con una
sonrisa en los labios).
martes, 31 de julio de 2007
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